martes, 30 de septiembre de 2008

Carpeta nº8 Talleres de Falacias

FALACIAS N0 FORMALES
No hay ninguna clasificación de las falacias universalmente aceptada:“No hay nada similar a una clasificación de las maneras en que los hombres pueden llegar a un error, y cabe dudar de que pueda haber alguna”. (De Morgan)El concepto “falacia” se refiere a cualquiera idea equivocada o creencia falsa, son aquellos razonamientos que, aunque incorrectos son psicológicamente persuasivos es una forma de razonamiento que parece correcto, pero resulta no serlo cuando se lo analiza cuidadosamente.El estudio de estos razonamientos es muy provechoso, pues la familiaridad con ellos y su comprensión impedirá que seamos engañados por ellos.El mundo actual está lleno de personas que, deliberadamente o no, cometen errores de este tipo.Estar prevenidos es estar armados de antemano para no caer ingenuamente en estas verdaderas “trampas”.
I.- FALACIAS DE ATINGENCIAla falacias de atingencia es que sus premisas carecen de atingencia lógica con respecto a la verdad o falsedad de las conclusiones que pretenden establecer.Las falacias de atingencia que serán analizadas son:1.- CONCLUSIÓN INATINGENTELa falacia de la ‘conclusión inatingente’ se comete cuando un razonamiento que se supone dirigido a establecer una conclusión particular es usado para probar una conclusión diferente.por ejemplo; En un juicio, al tratar de probar que el acusado es culpable de asesinato, el fiscal acusador puede argumentar extensamente para demostrar que el asesinato es un horrible delito y lograr, efectivamente, probar esta conclusión. Pero, si de sus observaciones acerca de lo horrible que es el asesinato, pretende inferir que el acusado es culpable de él, comete la falacia de conclusión inatingente, si el fiscal acusador ha pintado un cuadro suficientemente conmovedor de lo horrible que es el asesinato el jurado puede sentirse tan tocado, puede haberse despertado en sus miembros tanto horror y desaprobación, que dictarán más fácilmente un veredicto de culpabilidad que si el fiscal hubiera probado “simplemente” que el acusado cometió el crimen.Muchas veces se cometen estas falacias por la falta de atención al razonamiento que estamos asistiendo, o el cansancio o la distracción momentánea puede llevar a aceptar estos errores.
2.- ARGUMENTUM AD BACULUM (APELACIÓN A LA FUERZA)El argumentum ad baculum es la falacia que se comete cuando se apela a la fuerza, o a la amenaza de fuerza, para provocar la aceptación de una conclusión. Usualmente solo se recurre a ella cuando fracasan las pruebas o argumentos racionales.El ad baculum se resume en el dicho: “La fuerza hace el derecho”.El uso y la amenaza de los métodos de ‘mano fuerte’ para doblegar a los opositores políticos suministra ejemplos contemporáneos de esta falacia. La apelación a métodos no racionales de intimidación puede ser, naturalmente, más sutil que el uso abierto o la amenaza de campos de concentración o grupos de choque.El diputado de un partido político usa el argumento ad baculum cuando recuerda a un representante que él (el diputado) cuenta con tantos miles de votantes en el distrito electoral del representante, o tantos contribuyentes potenciales para la campaña de fondos.ARGUMENTUM AD HOMINEM (OFENSIVO)La expresión argumentum ad hominem significa literalmente ‘argumento dirigido contra el hombre’.Se comete cuando, en vez de tratar de refutar la verdad de lo que se afirma, se ataca al hombre que hace la afirmación. Así por ejemplo, podría argüirse que la filosofía de Bácon es indigna de confianza porque éste fue desposeído de su cargo de canciller por deshonestidad. Este argumento es falaz, porque el carácter personal de un hombre carece de importancia lógica para determinar la verdad o falsedad de lo que dice o la corrección o incorrección de su razonamiento.Argüir que una proposición es mala o una afirmación falsa porque es propuesta o afirmada por los comunistas (o por ‘realistas económicos’, o por católicos, o por anticatólicos, o por los que pegan a su mujer) es razonar falsamente y hacerse culpable de sostener un argumentum ad hominem (ofensivo). La manera en que puede percudir, a veces, este razonamiento falaz es a través del proceso psicológico de la transferencia.El ejemplo clásico de esta falacia se relaciona con el procedimiento judicial británico. En Gran Bretaña, la práctica de la profesión se divide entre los procuradores, que preparan los casos para el juicio, y los abogados, que arguyen y hacen los alegatos ante la corte.De ordinario, su cooperación es admirable, pero a veces deja mucho que desear.En una ocasión, el abogado ignoraba el caso completamente hasta el día en que debía ser presentado a la corte, y dependía del procurador para la investigación del caso del demandado y la preparación del alegato. Llegó a la corte justo un momento antes de que comenzara el juicio y el procurador le alcanzó su resumen en un papelillo. Sorprendido por su delgadez, ojeó en su interior, para encontrar escrito lo siguiente: “No hay defensa; ataque al abogado del demandante”.
4.- ARGUMENTUM AD HOMINEM (CIRCUNSTANCIAL)La segunda interpretación de la falacia del argumentum ad hominem, la variedad circunstancial, puede explicarse de la manera siguiente: En una discusión entre dos personas, una de ellas puede ignorar totalmente la cuestión relativa a la verdad o falsedad de sus propias afirmaciones y tratar de probar, en cambio, que su antagonista debe aceptarlas debido a especiles circunstancias en las que este puede hallarse.El ejemplo clásico de esta falacia es la réplica del cazador al que se le acusa de barbarie por sacrificar animales inofensivos para su propia diversión. Su réplica consiste en preguntar a su crítico: “¿Por qué se alimenta Ud. con la carne de ganado inocente?”. El deportista se hace culpable aquí de un argumentum ad hominem, porque no trata de demostrar que es correcto sacrificar vidas de animales para el placer de los humanos, sino simplemente que su crítico no puede reprochárselo debido a ciertas circunstancias especiales en las que pueda encontrarse, en este casó el no ser vegetariano. Los argumentos de este género no son correctos, no ofrecen pruebas satisfactorias para la verdad de sus conclusiones, sino que están dirigidos solamente a conquistar el asentimiento de algún oponente a causa de especiales circunstancias que se vinculan con éste. A menudo logran su propósito, pues suelen ser muy persuasivos.
5.- ARGUMENTUM AD IGNORANTIAM (ARGUMENTO POR LA IGNO- BANCIA)Podemos ilustrar la falacia del argumentum ad ignorantiam con el razonamiento de que debe de haber fantasmas porque nadie ha podido demostrar nunca que no los hay. Se comete esta falacia cuando se sostiene que una proposición es verdadera simplemente sobre la base de que no se ha demostrado su falsedad, o que es falsa porque no se ha demostrado su verdad. Esta falacia suele cometerse con mucha frecuencia en temas relativos a los fenómenos psíquicos, la telepatía, etc., donde no hay pruebas claras en pro o en contra.Es curioso que haya una cantidad de personas instruidas propensas a caer en esta falacia, como lo testimonian los muchos estdiantes en ciencias que afirman la falsedad de las afirmaciones espiritualistas y telepáticas simplemente sobre la base de que su verdad no ha sido establecida. El argumentum ad ignorantiam es falaz en todos los casos, excepto en uno: la corte de justicia, donde el principio rector es suponer la inocencia de una persona hasta que se demuestre su culpabilidad.
6.- ARGUMENTUM AD MISERICORDIAM (LLAMADO A LA PIEDAD)El argumentum ad misericordiam es la falacia que se comete cuando se apela a la piedad para conseguir que se acepte una determinada conclusión.Sé encuentra con frecuencia este tipo de argumentación en los tribunales de justicia, cuando un abogado defensor deja de lado los hechos que atañen al caso y trata de lograr la absolución de su cliente despertando piedad En los miembros del jurado.Clarence Darrow, el famosó abogado criminalista, era un maestro en el uso de este género de recursos. Cuando defendió a Thomas I. Kidd, funcionario de la Unión de Trabajadores de la Madera, llevado a juicio bajo acusación de conspiración criminal, Darrow dirigió estas palabras al jurado: “Apelo a vosotros no en defensa de Thomas Kiddy sino en defensa de la larga sucesión, la largísima sucesión que se remonta hacia atrás a través de las épocas y que se proyecta hacia adelante en los años del futuro de los hombres despojados y oprimidos de la tierra.Apelo a vosotros por los hombres que se levantan antes que amanezca y vuelven a su hogar al anochecer, cuando ya la luz ha desaparecido en el cielo, y dan sus vidas, sus fuerzas y su trabajo para que otros se enriquezcan y se engrandezcan.Apelo a vosotros en nombre esas mujeres que ofrendan sus vidas al dios moderno del dinero y apelo a vosotros en nombre de sus hijos, los que viven y los que aún no han nacido”. (Citado en Clarenee Darrow for the Defense; de IRVWG STONB Copyright, 1941, publicado por Garden City Publishing Company, Inc. Garden City, Nueva York.) ¿Es Thomas Kidd culpable de lo que se le acusa? El alegato de Darrow era suficientemente conmovedor como para lograr despertar en el jurado medio el deseo de arrojar por la borda todo lo concerniente a pruebas o a legalidad. Pero, por persuasivo que sea tal alegato, desde el punto de vista de la lógica es falaz todo razonamiento que pretenda derivar de premisas como éstas la conclusión de que el acusado es inocente. Un ejemplo más antiguo y considerablemente más sutil de argumentum ad misericordiam se encuentra en la Apología de Sócrates, escrita por Platón, que pretende ser un relato de la defensa que hizo Sócrates de sí mismo durante su juicio. El argumentum ad misericordiam es usado a veces de manera ridícula, como el caso del joven que fue juzgado por un crimen particularmente brutal, el asesinato de su padre y de su madre con un hacha. Puesto frente a pruebas abrumadoras, solicitó piedad sobre la base de que era huérfano.
7.- ARGUMENTUM AD POPULUM (LLAMADO AL PUEBLO)El argumentum ad populum se define a veces como la falacia que se comete al dirigir un llamado emocional al pueblo o “a la galería’ con el fin de ganar su asentimiento para una conclusión que no está sustentada por un razonamiento válido.Podemos definirla de manera más circunscripta como el intento de ganar el asentimiento popular para una conclusión despertando las pasiones y el entusiasmo de la multitud. Es un recurso favorito del propagandista, del demagogo y del que pasa avisos. Enfrentado con la tarea de movilizar los sentimientos del público a favor o en contra de una medida determinada, el propagandista evitará el laborioso proceso de reunir y presentar pruebas y argumentos racionales y recurrirá a los métodos más breves del argumentum ad populum.En los argumentos que usan los señores políticos se observa muy a menudo los razonamientos faleces de este tipo (argumentum ad populum ): Si la medida propuesta introduce un cambio y él está en contra de éste, arrojará sospechas sobre las ‘innovaciones arbitrarias’ y elogiará la sabiduría ‘del orden existente’. Si esta a favor de él, hablará de ‘progreso’ y se opondrá a los ‘prejuicios anticuados’. En estos casos, encontraremos el uso de términos difamatorios sin ningún intento racional de argumentar en su favor o de justificar su aplicación.El uso que hace el demagogo del argumentum ad populum se halla bellamente ilustrado por la versión que da Shakespeare de la oración fúnebre de Marco Antonio sobre el cuerpo de Julio César.El político que hace su campaña electoral ‘argumenta’ que él debe recibir nuestros votos porque ‘todo el mundo’ vota por él. · Se nos dice que tal o cual marca de alimentos, o de cigarrillos, o de automóviles es ‘la mejor’ porque es la que más se vende en el país. · Una cierta creencia ‘debe ser verdadera’ porque ‘todos creen en ella’. Pero, la aceptación popular de una actitud no demuestra que sea razonable; el uso difundido de un producto no demuestra que éste sea satisfactorio; el asentimiento general a una opinión no demuestra que sea verdadera. Razonar de esta manera es cometer la falacia ad populum.
8.- ARGUMENTUM AD VERECUNDIAM (LA APELACIÓN A LA AUTORIDAD)El argumentum ad verecundiam es la apelación a la autoridad, esto es, al sentimiento de respeto que siente la gente por las personas famosas, para ganar asentimiento a una conclusión.Este argumento no siempre es estrictamente falaz, pues la referencia a una reconocida autoridad en el campo especial de su competencia puede dar mayor peso a una opinión y constituir un factor de importancia.Si varios legos discuten acerca de algún problema de la ciencia física y uno de ellos apela al testimonio de Einstein sobre la cuestión, este testimonio es sumamente importante. Aunque no demuestra lo que se sostiene, tiende indudablemente a confirmarlo. Sin embargo, esto es muy relativo, pues si en vez de legos son expertos los que discuten acerca de un problema que está dentro del campo de su especialidad, solo deben apelar a los hechos y a la razón, y toda apelación a la autoridad de otro experto carecería completamente de valor como prueba. Pero, cuando se apela a una autoridad en cuestiones que están fuera del ámbito de su especialidad se comete la falacia el argumentum ad verecundiam si en una discusión sobre religión uno de los antagonistas apela a las opiniones de Darwin, una autoridad en biología, esa apelación es falaz. De igual modo, apelar a las opiniones de un gran físico como Einstein para dirimir una discusión sobre política o economía sería también falaz. Podría sostenerse que una persona lo suficientemente brillante como para alcanzar la categoría de “autoridad en la materia” en campos complejos y difíciles como la biología o la física debe también tener opiniones correctas en otros campos que están fuera de su especialidad. Pero la debilidad de este argumento se hace obvia cuando pensamos que, en estos tiempos de extrema especialización, obtener un conocimiento completo en un campo requiere tanta concentración que restringe las posibilidades de adquirir en otros un conocimiento autorizado.
9.- LA CAUSA FALSAConsideraremos todo razonamiento que trata de establecer una conexión causal erróneamente, como un ejemplo de falacia de la causa falsa.La caracterización de razonamientos buenos o correctos en ¡o relativo a conexiones causales constituye el problema central en la lógica inductiva o método científico. Sin embargo, no es difícil ver que el mero hecho de la coincidencia o la sucesión temporal no basta para establecer ninguna conexión causal.Sin duda alguna, debemos rechazar la pretensión del salvaje de que el hacer sonar sus tambores es la causa de la reaparición del sol después de un eclipse, aun cuando pueda ofrecer como prueba el hecho de que cada vez que se hicieron sonar los tambores durante un eclipse, el sol reapareció! Nadie se llamaría a engaño con respecto a este argumento; sin embargo mucha gente cree en testimonios sobre remedios, según los cuales el señor X sufría de un fuerte resfrío, bebió tres frascos de una cocción a base de una hierba ‘secreta’, ¡y en dos semanas se curó del resfrío!10.- LA PREGUNTA COMPLEJATodos sabemos que es un poco ‘cómico’ hacer preguntas como:· “¿Ha abandonado Ud. sus malos hábitos?”, o · “¿Ha dejado Ud. de pegarle a su mujer?’No son preguntas simples, a las que sea posible responder con un directo si o no.Las preguntas de este tipo suponen que se ha dado ya una respuesta definida a una pregunta anterior, que ni siquiera ha sido formulada. Así, la primera, supone que se ha respondido ‘si’ a la pregunta no formulada: “¿Tenía Ud. anteriormente malos hábitos?”; y la segunda supone una respuesta afirmativa a la siguiente pregunta, tampoco formulada: “¿Ha pegado Ud. alguna vez a su mujer?” En ambos casos, si se contesta con un simple ‘sí’ o ‘no’ a la pregunta ‘tramposa’, ello tiene el efecto de ratificar o confirmar la respuesta implícita a la pregunta no formulada.Una pregunta de este tipo no admite un simple ‘si o no’ como respuesta, porque no es una pregunta simple o única, sino una pregunta compleja, en la cual hay varias preguntas entrelazadas.Se comete la falacia de la pregunta compleja, cuando no se percibe la pluralidad de preguntas y se exige, o se da, una respuesta única a una pregunta compleja, como s¡ fuera simple. No solamente encontramos ejemplos de esta falacia en bromas obvias, como nuestros dos primeros ejemplos.En un interrogatorio, un abogado puede plantear preguntas complejas a un testigo para confundirlo, o inclusive para acusarlo. Puede preguntar: · “¿Dóde ocultó las pruebas?”, · “¿Qué hizo con el dinero del robó?”, etc.En la propaganda, en los casos en que sería sumamente difícil demostrar o conquistar aprobación para una afirmación, la idea puede ser infiltrada de manera muy persuasiva por medio de una pregunta compleja.Un portavoz de empresas privadas que explotan servicios públicos puede Plantear la pregunta: “¿Por qué la explotación privada de los recursos es mucho más eficiente que cualquier control público?” Un político puede preguntar al auditorio: “¿Hasta cuándo vamos a tolerar la interferencia extranjera en nuestros intereses nacionales?” En todos estos casos, el procedimiento inteligente es tratar la pregunta compleja, no como s¡ fuera simple, sino analizándola en sus partes componentes. Puede muy bien ocurrir que cuando la pregunta implícita previa es respondida de manera correcta, la pregunta explícita simplemente se diluye. Si no he ocultado ninguna prueba, la pregunta de dónde la oculté carece de sentido.

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